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Beskrivelse
La noche hab a finalizado. El d a reci n nacido esperaba por avivar su luz en un silencio que se desconoce en tierra firme, el silencio que en un mar en calma precede a la salida del Sol.No llegaba ni un soplo de aire. El agua, inm vil, carec a de rizos. El nico cambio era el de la luz, que aumentaba poco a poco, con suavidad; el nico movimiento era el de la perezosa neblina, que ascend a serpenteando al encuentro del Sol, su amo, hacia el Este del mar. Muy paulatinamente, a medida que el velo et reo de la ma ana se levantaba, se volv a cada vez m s fino, hasta que en los primeros rayos de la luz solar se pudo divisar el alto velamen blanco de una goleta.Un gran silencio reinaba en la embarcaci n, de proa a popa, igual que el silencio que reinaba en el mar.