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Beskrivelse
Adem s de Jes s, no hay otro personaje trazado m s v vidamente en los evangelios que Pedro. Hablar de San Pedro es hablar de un hombre de acci n. No en balde es el ap stol m s mencionado en el Nuevo Testamento: un total de 195 veces. En comparaci n, Juan, el siguiente m s popular, alcanza apenas 29 menciones. Es en los momentos decisivos, donde se requiere una acci n r pida y categ rica, donde el l der de los ap stoles brilla; ah Pedro no tiene rival en el c rculo interno de personas que segu an a Jes s de Nazareth. Es la inacci n y en la incertidumbre donde vacila, se derrumba, muestra su lado humano. Con todo eso, y a pesar de ello, se convirti en el hombre de confianza de Jes s, y con el tiempo, en el l der de la naciente Iglesia. Reconstruir la biograf a de Sim n Pedro, el pescador galileo, implica lanzar las redes sobre aguas de las m ltiples tradiciones sobre el l der de los Doce, el hombre siempre presente en los puntos de inflexi n de la historia. Con buenas razones se ha dicho que la narraci n evang lica est escrita desde su punto de vista. Es l a quien Jes s llama primero cuando se halla trabajando en la orilla del mar; es Pedro quien proclama con ciego entusiasmo que su maestro es el Mes as; quien discute con l sobre las consecuencias y el significado de ese t tulo; quien llora amargamente ante su fracaso; quien se introduce en a la casa del sumo sacerdote donde tienen preso al rab , y quien despu s de la crucifixi n se arroja a las oscuras aguas, antes de la salida del sol, cuando cree verlo parado en la orilla del mar.
Pedro ya era un hombre casado con oficio permanente en Caperna m cuando Jes s de Nazaret pas a su lado y le dijo: "S gueme y te har pescador de hombres." A pesar de que los cuatro evangelios can nicos suelen tener desacuerdos entre s , todos coinciden en un aspecto crucial: la preeminencia de Pedro. Sim n Bar-jon s (el hijo de Jon s) fue portavoz y l der de los ap stoles, el disc pulo de confianza del Se or e, ir nicamente, el que una y otra vez le fall por medio de su incomprensi n, sus titubeos, sus negaciones e impulsividad, como cuando desenfund la espada para herir, cuando su maestro claramente estaba en contra de la violencia. Sin embargo, de acuerdo a varios reportes independientes, Jes s resucitado fue a aparecerse antes que nadie a l, como para confirmarlo en su encargo de "apacentar a sus ovejas." Nunca en la Iglesia primitiva se puso jam s en duda la primac a del tosco pescador. Despu s de aquella funesta celebraci n de Pascua donde pareci terminar el sue o, el l der de los Doce fue el primero en salir del encierro, identificarse como seguidor del rebelde que acaba de ser crucificado, y ponerse a predicar con un valor que compens con creces su anterior cobard a. Con l comenz la Iglesia m s numerosa del mundo.
Considerando todo esto, resulta extra o que se conozcan tan pocos detalles sobre su vida tras la muerte de Jes s. Que Sim n "Cefas," el pescador de Galilea es una figura hist rica, es un hecho que nadie -ni siquiera los que dudan de la existencia de Jes s- pondr a en duda. La evidencia textual va directamente hasta los a os en que vivi en Jerusal n, y al menos un contempor neo menciona un encuentro con l en sus escritos. Pero los detalles son escasos. Ir nicamente la mayor parte de la informaci n confiable proviene de otro l der cristiano con quien tuvo enfrentamientos: Pablo. Tradiciones y leyendas sobre la vida de San Pedro hay muchas -sin mencionar multitud de escritos atribuidos a l-; algunas pueden contener memorias hist ricas, otras son par bola; pero lo que no es leyenda es que en vida, y durante dos mil a os, Pedro fue y ha sido objeto de acaloradas controversias.