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Beskrivelse
Este libro se enmarca en una colecci n de psiquiatr a que aspira a ser una alternativa humanista al cientificismo pragm tico, al reduccionismo biol gico que ha secuestrado la disciplina. Y esa orientaci n rebelde, que cuenta con numerosos apoyos -fenomenol gicos, existencialistas, hermen uticos o ling sticos-, tiene en la melancol a uno de sus refugios principales. El positivismo psiqui trico, es decir, la medicina aplicada a los problemas mentales, donde se encuadr la psiquiatr a desde su nacimiento a principios del siglo XIX, intent de inmediato la transposici n de los sufrimientos ps quicos en enfermedades. Un procedimiento de reducci n y encajamiento nosol gico que enseguida encontr en la melancol a una resistencia inflexible. La melancol a se opuso, como ninguna otra experiencia mental, a esta tendenciosa metamorfosis. La encar sencillamente aprovechando el car cter familiar de su malestar, esto es, su semejanza y continuidad con la tristeza que experimentamos en la vida ordinaria. La pena que sentimos en condiciones normales se vive con lisa y llana naturalidad, buscando los motivos que la despiertan en el entorno y en el interior del psiquismo, sin recurrir a causas cerebrales extraordinarias. Este texto que presentamos viene a alimentar a la Otra psiquiatr a y a recordarle su obligaci n principal, que no es otra que entender al sujeto como sujeto, y a sostener la tristeza como sentimiento, como emoci n y como s ntoma de cualquier dificultad psicol gica. Para ayudarnos a alcanzar ese objetivo contamos con este libro, donde vamos a encontrar pormenorizada la sabidur a que ha acumulado el hombre, a lo largo de los siglos, sobre ese testimonio de su imperfecci n que, seg n la Enciclopedia de Diderot, constituye la tristeza del hombre. El lector de este texto tiene ante s muchos de los escenarios en los que la melancol a ha influido en los asuntos humanos, y s lo le cabe juzgar en torno a cu les permanecen inc lumes, indisolublemente atados al tiempo, y cu les han sido desplazados y abandonados a la inercia del pasado. Pero torcer su entendimiento si se obliga a creer que la modernidad y la ciencia han borrado la historia y no se conserva nada de lo anterior, como si se hubiera hecho tabla rasa de esa cultura que ha guiado nuestros pasos. Jos Mar a lvarez y Fernando Colina