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Beskrivelse
Esta no es una historia cualquiera, sino que el relato de un sue o hecho realidad. Principalmente, de dos visionarios, de dos hombres, de dos h roes, como muchos de los que existieron en la Grecia Antigua. Y como los que pusieron en marcha las condiciones para que el olimpismo antiguo se retomara de nuevo en los tiempos modernos, en Atenas 1896. Y de algunas mujeres de car cter que han estado junto a ellos y tambi n de algunos amigos fieles que nunca los han abandonado. Lucharon por un ideal y lograron hacerlo realidad en su tierra, Cantabria, as como en Espa a. Y no solo eso: consiguieron, a fuerza de mucho pundonor, sacrificios, desenga os y momentos dif ciles, que nuestro pa s se convirtiera en un punto de referencia para quienes practican el ultrafondo en el mundo. Muchas han sido las dificultades e incontables los momentos de lucha contra los molimos de viento y de cierta decepci n. Sin embargo, toda empresa que se precie de serlo se halla sujeta a estos vaivenes. La clave est en ser m s fuerte y superarlos, como los hombres y mujeres de este libro (y sus amigos y amigas), lo han hecho: Los Soto, la leyenda contin a... Pero si enormes han sido los obst culos, no menos la gloria. Porque el hombre de quien les hablo en este libro, Jos Antonio Soto Rojas (y su hijo Soto Conde) dejar una huella en el deporte espa ol de las largas distancias que, sin duda, recordar n con admiraci n las generaciones venideras. Y as sabr n que hubo una vez tambi n h roes de carne y hueso sobre la faz de la Tierra. Personas que han dado su vida por la causa, que lo han sacrificado casi todo, que han renunciado a muchas comodidades a cambio de un fin tan noble como la instauraci n y el desarrollo de los 100 Km. en Cantabria y Espa a. Donde no ha faltado una entrega sin l mites: desde el siempre necesario protocolo, hasta la colocaci n de vallas y publicidad o el hacer de taxistas, como cuando Soto Conde en el a o 2002 fue a buscar con su coche al aeropuerto de Bilbao al presidente de la IAU, Mr. Campbell, pinch cerca ya de Santander y tuvo que extraer del veh culo todas las maletas del dignatario ingl s para la cuneta de la calzada, al objeto de poder cambiar adecuadamente la rueda. Por lo tanto me gustar a que supiesen de antemano que este no es, ni mucho menos, un libro corriente, ya que los h roes tampoco lo son...