La Soledad del Murcielago

El murci lago contempla en el postrero instante urbano desde el palacio de Gu pulo, viene colgado de la luna llena que le ofrece la gradiente andina. Esta claridad nocturna de tierras altas ensalza el adi s a La Medusa Multicolor, la ciudad que no volver a patear con piernas de hom nido ni sentir de nuevo con su m quina animal voladora. Con la corriente e lica propicia har el traslado a reo m s extenso de sus d as, para posarse sobre el higuer n elegido como su definitivo hogar y santuario dentro de la amazon a, en el segundo anillo acu tico de Pelancocha. Por costumbre, y porque as lo requiere su despedida del mundo de la luz artificial, se apresta a sintonizar las ondas de radio-libre Mara n, donde se dar un tiempo de adioses al finado marqu s, Salvador Pineda Pinzano, el ltimo de la estirpe de Olivares y Yaguarzongo.