Du er ikke logget ind
Beskrivelse
Con gran sorpresa oy? Isabel de boca de su amiga Claudia, mujer formal entre todas, y en quien la belleza sirve de realce a la virtud, como al azul esmalte el rico marco de oro, la confesi?n siguiente: -Aqu?, donde me ves, he cometido una infidelidad crudel?sima, y si hoy soy tan firme y perseverante en mis afectos, es precisamente porque me aleccionaron las tristes consecuencias de aquel capricho. - Capricho t?! -repiti? Isabel at?nita. -Yo, hija m?a... Perfecto, s?lo Dios. Y gracias cuando los errores nos ense?an y nos depuran el alma. Con levadura de malignidad, pens? Isabel para su bata de encaje: "Te veo, pajarita... F?ese usted de las moscas muertas! Buenas cosas habr?s hecho a cencerros tapados... Si cuentas esta, es a fin de que creamos en tu conversi?n." Y, despierta una empecatada curiosidad y una complacencia diab?lica, volvi?se la amiga todo o?dos... Las primeras frases de Claudia fueron alarmantes. -Cuando sucedi? estaba yo soltera todav?a... La inocencia no siempre nos escuda contra los errores sentimentales. Una chiquilla de diecis?is a?os ignora el alcance de sus acciones; juega con fuego sobre barriles atestados de p?lvora, y no es capaz de compasi?n, por lo mismo que no ha sufrido... La fisonom?a de Claudia expres?, al decir as?, tanta tristeza, que Isabel vio escrita en la hermosa cara la historia de las continuas y desvergonzadas traiciones que al esposo de su amiga achacaban con sobrado fundamento la voz p?blica. Y sin apiadarse, Isabel murmur? interiormente: "Prepara, s?, prepara la rebaja... Ya conocemos estas semiconfesiones con reservas mentales y excusas confitadas... El maridito se aprovecha; pero por lo visto has madrugado t?... Pues por m?, absoluci?n sin penitencia, hija... Y c?mo sabe revestirse de contrici?n!" En efecto, Claudia, cabizbaja, entornaba los brillantes ojos, velados por una humareda oscura, profundamente melanc?lica.