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Beskrivelse
Las razones por las cuales dos personas, anteriormente enamoradas, deciden un d a romper su relaci n de un modo definitivo, son sencillas y bastante universales: infidelidad, problemas econ micos, intolerancia, malos tratos, y/o deseos de independencia. Una pareja puede estar involucrada en alguna de estas cuestiones, o tambi n en todas juntas, e incluso ser asumidas solamente por uno de los c nyuges, con lo cual el sufrimiento no es padecido por igual, siendo esta la causa por la cual las demandas de divorcio suelen ser emprendidas en solitario. Casi siempre el divorcio es solicitado por quien m s tiene que ganar con la separaci n o, al menos, por quien tiene las cosas mejor resueltas en la vida. S que a primera vista puede parecer que no es as , y que precisamente es el c nyuge m s afectado sentimentalmente quien acude presuroso a un abogado para que "le solucione su problema." Sin embargo, repasen lo que ha sido la vida posterior de esa persona y ver n que ten a todo bien atado: casa, hijos, amigos y dinero. Es necesario recordar las estad sticas que nos dicen que el 90% de los divorcios son solicitados por la esposa? Puesto que esto es as de expl cito, ahora comprender n la raz n por la cual este libro est dedicado a los varones, los m s perjudicados en ese 90% de los divorcios concedidos. Vapuleados por unas leyes inexistentes que discriminan a una persona simplemente por ser var n, otorgando a la mujer vivienda, hijos y manutenci n (nuevamente en el 90% de los casos), esos juristas olvidan que desde hace muchos a os la mujer no esa persona d bil y desprotegida que viv a en tiempos de nuestros abuelos. A pesar de esto, y de que ellas disponen de m s de 200 asociaciones exclusivamente de mujeres (solamente en Madrid) y numerosas ayudas estatales para encontrar trabajo y vivienda, la mayor a de los jueces siguen aplicando con desesperante reiteraci n sus sentencias: todo para ella, nada para l; quiz el padre ver a sus hijos un par de horas cada quince d as, y eso si ella as lo concede. Y es que para algunos jueces ser padre no es lo mismo que ser madre, ni siquiera cuando los hijos han pasado ya la primera decena de a os. Esta postura, que en una jueza nos puede parecer corporativista, en un juez se nos antoja simplemente c moda, pues sabe que cualquier sentencia que discrimine al var n no ser repudiada por los medios informativos, lo que indudablemente no ocurre cuando una mujer -la excepci n de la regla- es quien debe salir de su hogar y pasar una pensi n a su ex-marido. Los varones -alegan- somos due os de instalarnos donde nos da la gana...pero en el exterior de nuestra casa, mientras que ella siempre conservar el hogar que tantos esfuerzos nos ha costado tener. A los pocos d as, nuestra cama y bienes ser n usurpados, como si de un derecho de pernada se tratase, por otro var n sonriente; optimismo nada extra o si tenemos en cuenta que somos nosotros los que tenemos que seguir pagando la hipoteca.