En Espera de Abril

EL lector tiene en sus manos un bello libro de poes?a. Lo han tejido el alma, el coraz?n y las manos de Adriana Hern?ndez, como recogiendo el agua transparente de un manantial. Como escribiendo en un pentagrama la cadencia de un surtidor. Como deteniendo la ruta g?tica del incienso de un pebetero. Son numerosas las definiciones de poes?a, pero pocas han logrado aprehender a cabalidad el contenido de ?ngel o duende del poema, al punto de que B?cquer opt? por responderle a su amada poes?a eres t?! Y el catal?n Pere Gimferrer se preguntaba: A qu? aspira un poeta? Y se respond?a: a dos cosas: a expresarse y a crear belleza mediante la palabra. Tal es la actitud existencial que ilumina Esperando Abril. Porque hay en los poemas de Adriana una conjunci?n de la palabra belle- za, adem?s de la transmutaci?n de componentes l?ricos que tornan imposible su encasillamiento en capillas o escuelas, pues escapa a toda filiaci?n. Dir?ase que la vasta formaci?n acad?mica de la autora, tanto como su itinerario en actividades del mundo de la cultura, primero en su ciudad (Medell?n, Colombia), luego en las principales ciudades colombianas y despu?s en los Estados Unidos, enriquecieron en abundancia su territorio vivencial, sin menoscabo de la inspiraci?n l?rica que cruza por su obra, como un r?o incesante de sue?os en la concepci?n de Her?clito de Efeso. La autora percibe que en abril, al llegar la primavera, se produce una mutaci?n del paisaje exterior tanto como del universo emo- ** PR?LOGO PR?LOGO cional. Quedan atr?s las brumas ateridas del invierno neuyorkino que circu?an en grumos a la poeta y su entorno, y revienta como una cris?lida la apoteosis de la primavera. Estallido vegetal y es- piritual, en el cual Adriana Hern?ndez despliega el torrente de su expresi?n para crear belleza a trav?s de la palabra, seg?n el poeta Gimferrer. Entonces aparece el lirismo lleno de ternura y tambi?n de melancol?a de estos poemas de tan honda expresividad. Y aquel frenes? de la naturaleza, con sus j?bilos pero tambi?n con sus saudades, vierte sus cadencias en el estuario del poema.