Du er ikke logget ind
Beskrivelse
En septiembre de 1842, cuando todav?a no dan paso las nieves que se acumulan durante el invierno sobre la areta central de los Andes, un grupo de viajeros pretend?a desde Chile atravesar aquellas blancas soledades, en que valles de nieve conducen a crestas colosales de granito que es preciso escalar a pie, apoy?ndose en un b?culo, evitando hundirse en abismos que cavan r?os corriendo a muchas varas debajo; y con los pies forrados en pieles, a fin de preservarse del contacto de la nieve que, deteniendo la sangre, mata localmente los m?sculos haciendo fatales quemaduras. Los Penitentes; columnas y agujas de nieve que forma el desigual deshielo, seg?n que el aire o el sol hieren con m?s intensidad, decoran la escena, y embarazan el paso cual escombros y trozos de columnas de ruinas de gigantescos palacios de m?rmol. Los declives que el d?bil calor del sol no ataca, ofrecen planos m?s o menos inclinados, seg?n la monta?a que cubren, y descenso c?modo y lleno de novedad al viajero, que sentado se deja llevar por la gravitaci?n, recorriendo a veces en segundos distancias de miles de varas. Este es quiz? el ?nico placer que permite aquella escena, en que lo blanco del paisaje s?lo es accidentado por algunos negros picos demasiado perpendiculares para que la nieve se sostenga en sus flancos, formando contraste con el cielo azul-oscuro de las grandes alturas.