Dos tazas de champán

Douglas era el nico empleado de una peque a agencia publicitaria y hab a sido contratado hace poco tiempo. Sin tener nada que hacer, especialmente cuando su jefe estaba visitando clientes, el chico de veintitr s a os de edad no hac a mucho m s que escuchar m sica y garabatear hojas de papel, generalmente ensayando los rasgos del cuerpo de la novia que no le gustaba tanto, ya que la conoc a desde la infancia.Como los ltimos d as se alternaban entre poco soleados y muy lluviosos, l compart a el tiempo ocioso con constantes idas a una de las dos ventanas de la oficina que estaba en el tercer piso de un edificio comercial cercano al centro de la ciudad. Cuando la lluvia y la niebla lo permit an, Douglas ten a una vista privilegiada de las casas que estaban en las inmediaciones.En una de las pocas veces que el sol sali , el empleado solitario vio a una pelirroja caminando cabizbaja alrededor de la piscina de una mansi n que estaba cerca del edificio, lo que llam su atenci n. Sola, ella actuaba de forma extra a y parec a muy pensativa.Aunque ella hubiese desaparecido entre algunos rboles, tal vez escondi ndose del voyeur callado, la pasi n a primera vista hizo que Douglas no consiguiese m s concentrarse en el poco trabajo que ten a, dej ndole como opci n apenas acompa ar los pasos de la enigm tica Carolina.Al menos a aquella distancia, la joven de veintid s a os de edad daba la impresi n de estar prohibida de salir de las dependencias de la casa, ya que sus movimientos se limitaban a aparecer en la ventana que deber a ser su cuarto y caminar por el vasto terreno.Con el paso de los d as, la agon a del chico se transform en obsesi n. Sin embargo, su sentimiento no tard mucho en convertirse en delirio en m s uno de los pocos momentos en que el sol iluminaba el barrio. Desde lo alto de su ventana, l ve a perplejo a su musa de cabellos largos quitarse el bikini como si supiese que estaba siendo observada y, poco despu s, sumergirse completamente desnuda en la enorme piscina.El primer encuentro entre los dos j venes comprometidos con otras personas ocurri en la habitaci n de un motel algunos d as despu s de que las miradas ya eran habituales, lo que los llev a un romance tan r pido como t rrido. Sin embargo, hab a muchos otros factores involucrados y que deber an ser superados.Si dos tazas de champ n pudiesen mantenerlos juntos, antes Douglas y Carolina tendr an que superar una barrera mucho mayor para que su amor pudiese resistir el tiempo.