Dédalo

D dalo o repesando la novela l rica.No puedo escribir sobre D dalo de Ana Abreg sin pensar que finalmente la literatura y la poes a son un enorme tejido de redes sin pticas que saltan y trasmiten, que fluyen y conectan entornos y abren nuevos di logos. Ah donde alguien termina un poema, yo empiezo otro y tal vez t , lector, al escuchar el m o, empieces otro y sigas tejiendo el di logo de un extremo a otro: pieles y lenguajes, signos y sentidos, calles e itinerarios abiertos sobre el siseo del respirar, en la plenitud del arder. La poes a como una experiencia creativa escrita en tiempos de coronavirus y de futuro incierto.Ah yace lo vivo del canto, la continuidad donde renace el autor en lector que es autor de otro lector. La poes a como una gran Matrix de voces y di logos, s mbolos y atentados o tratados mentales; oscilaciones entre Vallejo y Juan Ram rez Ruiz; y atr s, Eguren, Ad n, Ricardo Palma, jugando billar y tomando un t con eucalipto: el arte po tico en la era de Internet, justamente, se hace un software de mente en mente, crece como virus y expande su entidad. En, y desde, Latinoam rica se alzan todas estas voces atadas a la lengua global como a su caos. Arder (gram tica de los dientes de le n) es la gram tica de un sue o que se hizo poema, cuaderno, calle, manifiesto del cuerpo y sinapsis; y Des(c)ierto, la continuidad de un sue o que solo es posible en el lenguaje, y que gracias al lenguaje se hace vivible, posible, moldeable, triturable, habitable; escritos en las calles y vac os de las ciudades del Per . Y Semen, simetr a del joven sol, que es mi primera novela y tambi n un cuarto repleto de sensaciones y palabras, cuerpos mojados e inexorable vida. Somos literatura, texto, el jadeo del signo....Julio Barco. Seremsa, junio 2020.