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Beskrivelse
Poco despu s de la Crisis de los Misiles de 1962, el gobierno de Cuba llam a los estudiantes universitarios y de bachillerato a un alistamiento voluntario para las "armas estrat gicas", exageraci n que emple para referirse al armamento que defend a las instalaciones de cohetes nucleares que los sovi ticos hab an dejado en Cuba despu s que los norteamericanos les obligaron a retirar las verdaderas armas estrat gicas. La m s importante de esas armas eran lo cohetes antia reos S-75, distribuidos por toda Cuba en 24 grupos, cada uno con seis rampas de lanzamiento situadas radialmente alrededor de los radares y del equipamiento electr nico necesario para disparar y dirigir por control remoto los cohetes hacia los aviones enemigos. Cientos de estudiantes respondieron al llamado y fueron reclutados por tres a os como futuros oficiales de un ej rcito con nivel escolar insuficiente para manejar una tecnolog a tan compleja. A 235 de ellos los enviaron por un a o a un adiestramiento en la URSS, mientras que el resto qued en Cuba para ser preparados por los militares sovi ticos a cargo de esas armas, sobre las que a n ten an soberan a. El personal fue entrenado para cumplir con xito su misi n y puesto bajo las rdenes de militares del Ej rcito Rebelde con poca preparaci n, pero de confianza, que repet an a los t cnicos: "somos los que hicimos la revoluci n". No era raro que un militar con bajo nivel de escolaridad tuviera mando sobre un especialista que cursaba la carrera de ingenier a. Los t cnicos, a pesar de que resultaban el elemento clave del complejo armamento, fueron tratados con menosprecio. El resultado fue que la gran mayor a de los t cnicos de las Tropas Coheteriles Antia reas se negaron a quedarse en el ej rcito despu s de los tres a os, acto de dignidad que fue interpretado por algunos militares como conspiraci n y deslealtad. Esa amarga experiencia, y que los t cnicos que estudiaron en la Uni n Sovi tica conocieran de primera mano la indigencia econ mica y tecnol gica de la nueva madre patria, estuvieron dentro de las razones por las que muchos nos alej ramos del ej rcito, de la revoluci n y del comunismo. Armando (Mandy) Rodr guez, el m s destacado t cnico de aquella tropa por su inteligencia y hambre cient fica, nos relata con buena memoria y mejor sentido del humor, an cdotas de aquella poca.