¿Para qué profesores?

El lector tiene ante s un admirable ensayo del fil sofo Georges Gusdorf que, tras muchos a os agotado, adquiere ahora, con esta traducci n enteramente renovada, una segunda vida. La relaci n maestro-disc pulo ha sido desde siempre un problema de primer orden en cualquier civilizaci n en la que siga existiendo algo a lo que pueda llamarse cultura y para cualquier reflexi n filos fica sobre la educaci n. Y es que la relaci n del maestro y del disc pulo aparece como una dimensi n fundamental del mundo humano. Se aborda aqu este important simo asunto sin tapujos, sin miedo y sin concesiones. Sus an lisis de las figuras del maestro, del disc pulo, del espacio escolar y su sociolog a, y su indagaci n sobre la naturaleza y funci n de la pedagog a, no s lo no han envejecido con su obra, sino que se muestran sorprendentemente actuales. Sus reflexiones sobre el magisterio y la maestr a, sus l cidos ataques a la concepci n t cnica de la pedagog a, la forma en que aproxima en un di logo vivo y estimulante a maestros y civilizaciones alejados en el tiempo y en el espacio, confieren a esta obra un valor excepcional que desborda inconteniblemente los a os sesenta, poca en la que vio la luz por primera vez, en la siempre apasionante vida intelectual francesa. Por eso Para qu profesores? Por una pedagog a de la pedagog a es una obra que, sin ning n g nero de dudas, interesar tanto a los estudiosos de la educaci n como a los de la filosof a.Georges Gusdorf(1912-2000) fue un fil sofo e historiador de las ideas franc s, alumno de Gaston Bachelard en la cole normale sup rieure de la calle Ulm de Par s. Sigui adem s la carrera acad mica en la Sorbona, dirigido por L on Brunschvicg, en los a os 1930. Entre 1940 y 1945, fue llevado a un campo de detenidos del ej rcito alem n en L beck. Acabada la guerra, Gusdorf se desarroll como profesor en la Universidad de Estrasburgo, donde explic filosof a en general y l gica. Public su tesis, La D couverte de soi, que le sirvi para futuros trabajos sobre la memoria personal, pues parte de su obra estuvo marcada por S ren Kierkegaard y Karl Barth. En los a os cincuenta prepar a agregados en la ENS, como sucesor de Maurice Merleau-Ponty. Fue maestro en particular de Althusser y de Michel Foucault. Desde 1966 hasta 1988 public catorce vol menes de su indagaci n gigantesca Les sciences humaines et la pens e occidentale. Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Neuch tel en 1994.