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Beskrivelse
La muerte es el fin de toda forma de vida, incluyendo la vida humana. Sin embargo, muchas personas viven la vida como si esta nunca fuera a acabar y viven con un temor constante a la muerte, a convertirse en cad?ver. Aceptar la muerte, como parte de la vida, es tan importante como aceptar y ser conscientes de la vida misma. Estas reflexiones, entre un m?dico forense y un profesor de ciencias y sus pupilos, forman parte de la trama que se da en esta novela corta.
La palabra autopsia y el escenario donde esta se practica, es decir, la morgue, suelen ser palabras que llenan de dolor e incertidumbre a familiares y amigos del occiso. Sin embargo, la mayor?a de las personas lo que sabemos de una autopsia es que se realiza en la morgue y que le abren el cuerpo al cad?ver, que le hacen ex?menes y devuelven el cuerpo a sus familiares con una costura en su pecho y abdomen. Pero qu? le hicieron al muerto? eso es casi un misterio, comprensible solo para el personal m?dico y, tal vez, para algunos crimin?logos y otros profesionales, como los bi?logos forenses, que conocen partes del proceso. Ciertamente, la pr?ctica forense es una de las ramas de la medicina m?s respetables y apasionantes pues el "paciente" no puede hablar, por su condici?n de muerto. Sin embargo, con la autopsia, el m?dico forense espera obtener respuestas del cad?ver que tiene en la mesa de disecci?n. Para el m?dico forense su trabajo es tan rutinario que la morgue se convierte en su segunda casa; el olor de la muerte, el fr?o de la morgue, los cad?veres desmembrados o en estado de putrefacci?n son tan comunes para ellos como ver el sol brillar o la lluvia caer. A pesar de ello, el forense tiene la conciencia de que cada uno de los cad?veres que debe revisar es de personas que sus familiares y amigos los esperan con ansias para darle sepultura, y m?s importante a?n, por el sistema de justicia que espera de ellos la mayor rigurosidad y objetividad cient?fica para determinar de qu? forma muri? el occiso.
La rutina del m?dico forense se rompe cuando recibe a los estudiantes universitarios, esos que con su juventud y vitalidad parecen levantar los muertos; que acuden a las clases de medicina forense para observar al maestro y su asistente diseccionar un cad?ver y aprender de anatom?a, de lesiones y de las formas m?s extra?as en que puede morir una persona. Pero este d?a ser?a muy distinto a los dem?s, pues recibir?a a un grupo de estudiantes de instituto, todos adolescentes, y practicar?a la autopsia enfrente de ellos. Si bien es cierto, la rutina se hab?a roto para el m?dico forense, m?s lo era para el profesor de ciencias, cuyo objetivo ese d?a era el de llevar a sus pupilos al museo de casos de Scotland Yard y, para sorpresa de ?l y de sus estudiantes, de pronto se vieron en la morgue y, minutos despu?s, asistiendo a un autopsia en vivo. Aquella ser?a una experiencia m?gica para todos. El primer impacto fue el fr?o de la sala, el olor, la fr?as mesas de metal, el cad?ver desnudo y luego... luego la sierra del asistente que surcaba la carne y los huesos del estern?n y el cr?neo, para dejar expuestas las entra?as, como parte de la rutina para practicar la autopsia. El forense mostraba a los j?venes el miocardio, un m?sculo del coraz?n, y se?alaba las arterias colapsadas. Este hombre muri?, muy probablemente, de un infarto al miocardio, un ataque al coraz?n. El infarto es una de las causas m?s frecuentes de muerte, sobre todo en personas adultas, sentenciaba el m?dico. Viajaremos a Londres y asistiremos con ?l a esa clase ?nica y, paso a paso, no con el fin de que nos sintamos m?dicos forenses, sino como atentos estudiantes, viviremos la experiencia de los adolescentes en la morgue, una historia que jam?s volver?a a repetirse, y as? tendremos una idea de lo que significa una autopsia y un encuentro con la muerte, que es irrenunciable, porque, como dice el profesor von Elversen, la vida es una enfermedad