De engaños literarios

Quien haya intentado publicar un libro o un art?culo en una editorial o en una revista y no posea la fortuna de tener un pariente en ese mundo o una profesi?n como locutor de radio, presentador de televisi?n o farandulero de programa basura, sabe lo dif?cil que es, la herc?lea y casi infructuosa tarea que representa conseguir el s? de los ni?os... editores. Ellos se defienden alegando que los que nos quejamos, turba inn?mera, no damos la talla, que ellos s?lo admiten calidad y es culpa del torpe aspirante el no escribir de acuerdo con los c?nones establecidos o los gustos del momento. Y devuelven nuestros manuscritos con quilates de hip?crita diplomacia, reparos ya proscritos por el parti pris de un Goethe tard?o, evasivas atenag?ricas o excusas envilecidas por el lenguaje comercial. Y nos condena, a los aspirantes, a no salir de la v?a purgativa en nuestro camino hacia la asc?tica literaria. Estos mismos editores rechazan luego el manuscrito de Cien a?os de soledad, no aceptan divulgar la obra de Proust o hacen que John Kennedy Toole, autor de La conjura de los necios, se suicide de frustraci?n. Hierve por ello en su coraz?n verg?enza loca? Pues de eso, y algo m?s, va este libro.