Du er ikke logget ind
Beskrivelse
El esfuerzo La vida es un arma. D nde herir, sobre qu obst culo crispar nuestros m sculos, de qu cumbre colgar nuestros deseos? Ser mejor gastarnos de un golpe y morir la muerte ardiente de la bala aplastada contra el muro o envejecer en el camino sin t rmino y sobrevivir a la esperanza? Las fuerzas que el destino olvid un instante en nuestras manos son fuerzas de tempestad. Para el que tiene los ojos abiertos y el o do en guardia, para el que se ha incorporado una vez sobre la carne, la realidad es angustia. Gemidos de agon a y clamores de triunfo nos llaman en la noche. Nuestras pasiones, como una jaur a impaciente, olfatean el peligro y la gloria. Nos adivinamos due os de lo imposible y nuestro esp ritu vido se desgarra. Poner pie en la playa virgen, agitar lo maravilloso que duerme, sentir el soplo de lo desconocido, el estremecimiento de una forma nueva: he aqu lo necesario. M s vale lo horrible que lo viejo. M s vale deformar que repetir. Antes destruir que copiar. Vengan los monstruos si son j venes. El mal es lo que vamos dejando a nuestras espaldas. La belleza es el misterio que nace. Y ese hecho sublime, el advenimiento de lo que jam s existi , debe verificarse en las profundidades de nuestro ser. Dioses de un minuto, qu nos importan los martirios de la jornada, qu importa el desenlace negro si podemos contestar a la naturaleza: - No me creaste en vano Es preciso que el hombre se mire y se diga: -Soy una herramienta. Traigamos a nuestra alma el sentimiento familiar del trabajo silencioso, y admiremos en ella la hermosura del mundo. Somos un medio, s , pero el fin es grande. Somos chispas fugitivas de una prodigiosa hoguera. La majestad del Universo brilla sobre nosotros, y vuelve sagrado nuestro esfuerzo humilde. Por poco que seamos, lo seremos todo si nos entregamos por entero. Hemos salido de las sombras para abrasarnos en la llama; hemos aparecido para distribuir nuestra sustancia y ennoblecer las cosas. Nuestra misi n es sembrar los pedazos de nuestro cuerpo y de nuestra inteligencia; abrir nuestras entra as para que nuestro genio y nuestra sangre circulen por la tierra